lunes, 28 de enero de 2008

El placer de jugar al fútbol

Real Madrid 3- Villareal 2

Partido de ida y vuelta. Un Madrid que no perdona. El Villareal, valiente, le juega al Madrid. Cinco goles (3-2) y ovación a ambos.


Últimamente los partidos en el Bernabéu son otros, no cabe duda. Te pegan al sofá del salón, a la butaca del bar, o al suelo que pisas encogiendo los dedos de los pies en cada lance. Últimamente este Madrid es otro, tiene más brillo. No es el sol de Madrid que sorprende este año en pleno mes de Enero, es la filosofía que emana el estilo de Schuster. Y es que el fútbol también necesita de ese calor para que se abran las flores.

Mucho tuvo que ver ayer Pellegrini con esta primavera futbolística en la casa blanca. Se presentaba un Villareal tercero, en casa de un líder sólido, y a los primeros cinco minutos, ¡Albricias!, un equipo que salía a jugarle cara a cara.

Existe la falsa creencia de que al Madrid se le gana defendiendo. Salir con la armadura de hierro y un escudo en ambas manos a estos campos recomienda dos premisas: Encomendarte a una tarde aciaga del de casa (véase el caso del Mallorca en copa, y poco más), o coger el paraguas y esperar que caiga el chaparrón. Los de amarillo, sin embargo, salían con un planteamiento de tú a tú. Con plena conciencia de que, al final, como más daño se le hace al Madrid es siendo creativo.

El partido estaba roto en origen, no se vieron cinco pases seguidos en todo el encuentro, y el partido respiraba el aire puro que exhalan los que tratan de darle cierto sentido al juego y guardan un truco en cada escena. De los cinco goles que regaló el partido, tuvo que ser Guti el que fabricara el primero. El de Torrejón es una fábrica de producción en cadena de este tipo de jugadas, y ayer sirvió una nueva remesa. Metió un balón raso por el interior de la defensa amarilla, que parecía salir repelida de los dominios de la pelota. La razón era un sello pegado y el nombre de Robinho grabado a fuego en el reverso. Un ligero toque y el Bernabéu acabó en llamas. Sólo ocho minutos.

Ya nadie duda de que Guti es indiscutible en este equipo. Esperemos que haya surtido efecto la cura de humildad y buenas formas que le dio Schuster a este rubio rebelde que, con treinta años, es incapaz de comprender que la humildad y la templanza son pasos necesarios para romper viejos pactos con el diablo. No era cuestión táctica, ni Baptista será nunca una opción viable a Guti, quizás a otros. Pero pretender un Madrid sin Guti es como abrazarse a la almohada que emana el olor de la mujer que abandonó tu cama.

Pero, como intuíamos, un tercer clasificado en una liga como ésta no se queda de brazos cruzados, ni cuando Guti saca conejos de su chistera. Tener jugadores del talento de Cani, Rossi o Nihat no te aseguran ganar en este campo, pero sí te dejan la sensación de no estar perdiendo el tiempo. Rossi clava su mirada en la portería de Casillas, y una estaca en su corazón, rompiendo las ilusiones de “San Iker” de escribir su nombre en libros cubiertos de polvo.

La alfombra roja del Bernabéu echaba aún de menos la sombra de Robinho, no por falta de presencia, sino de protagonismo individual. Por lo demás estuvo soberbio, una vez más. Este tipo de jugadores pueden ser santo de tu devoción o responsable de tus blasfemias, pero lo que es indudable es que cada movimiento de sus piernas es una sensación diferente. Su manera de improvisar es terroríficamente deliciosa. Su constante variación es su única variable constante. E inventa goles como los de ayer. Fruto, eso sí, de una carambola kafkiana con final en las mallas, tras un amague del brasileño y un sutil toque a la base del poste.

El partido aún guardaba un par de antojos. El primero era un gol de Capdevila. Otro al Madrid. Con un color distinto en su camiseta, y de un talante parecido a los suyos: De carambola a tres bandas y hasta el fondo de la red, a dos pasos de Casillas entre un bosque de defensas rivales. Sin embargo, el capricho que supone arrancarle un punto al Madrid en el Bernabéu, no fue más que un empacho de alegría que acabó pasando factura. En el tiempo en que usted puede leer esto, el Madrid se ponía de nuevo por delante con un gol de Sneijder, que se ha propuesto especializarse en los castellonenses. Victoria trabajada y partido para el recuerdo.

Otro encuentro de difícil ecuación para los de Schuster que, si bien sufren en ocasiones, ni se acercan al panorama de cuadruple baypass Capeliano de épocas pasadas. Hace un fútbol con rachas esperanzadoras, destellos de tan sólo milésimas y arrastrando el lastre de algún partido tedioso. Pero este Madrid es un regalo a los sentidos, y el Villareal el complemento perfecto para un deleite pecaminoso en malos tiempos para el fútbol. Gracias a ambos.

2 comentarios:

Marinita dijo...

Genial. No tengo ningún "pero". Una crónica muy buena, cada día te superas puliendo algún que otro detallito; mejora la objetividad y sigues en tu línea metafórica, cosa que te hace único a la hora de escribir y difícilmente imitable. Siga así señor Coloma.

Jorge MJ dijo...

Gran crónica, una más señor Coloma. Y acaban de eliminar a Mali de la Copa de África. Después de los partidos que ha hecho Gago, ¿apostaríais por el argentino y por la vuelta de Mahamadou al 11?