
El Madrid comparecía como la megaestrella de Hollywood que lleva varios años con papeles en películas de serie B: venido a menos pero conservando el respeto que se le profesa por el nombre, porque todos han visto alguna película suya alguna vez. El galacticidio ya ondeaba en el horizonte, pero el falso espejismo de la clasificación mantenía un rayo de esperanza. Casillas -como antes, como ahora, como siempre- y Ronaldo -en sus últimas paellas felices por la capital- mantenían a flote un buque demasiado pesado como para no naufragar.

Minuto 76 de partido. Ronaldinho, como si andase buscando repetir el mismo gol que 20 minutos antes, se va de Sergio Ramos por la izquierda y bate de nuevo a Casillas. 0-3. El Bernabéu en pie aplaude a Ronaldinho. La congregación de dublineses admira asombrada y se rinde a sus pies. “Señores, disfruten del partido, disfruten de ese jugador porque es el mejor del mundo” – les dije apurando de un sorbo mi cerveza y me fui. Aquel partido fue la confirmación definitiva de una tendencia: el Barcelona era el mejor equipo de España. Aquella temporada el barça ganó la liga de nuevo y se coronó rey de Europa por segunda vez en su historia. Ronaldinho, Eto’o y Messi asombraron al mundo y vi por las calles de Dublín más camisetas azulgranas que pañuelos rojos en los sanfermines.
El Madrid se hundió progresivamente en la miseria. Perdió fuelle en liga, Juan Ramón López Caro relevó a Luxemburgo en el baile de entrenadores blancos desde que se marchó Del Bosque (¡ay!) y fue eliminado de la Champions por el Arsenal en octavos. Tres años sin títulos eran demasiados, como lo eran tres goles de tu más odiado enemigo en tu propia casa.
Dos años y un mes después la tortilla ha girado dentro de la sartén. Ahora es el Madrid el que se presenta como actual campeón de liga, cuatro puntos por delante del Barcelona y vertiendo sobre los culés la presión, ya que, de perder se quedarían a 7 puntos, una distancia que, si bien no es insalvable sí que podría ser estigmatizadora. Los de Barcelona presentan alarmantes síntomas de galactización, y esa palabra acojona, que pregunten a los del Madrid, si no. Con un Ronaldinho igual de guapo pero que sonríe menos –y trabaja menos también- y un Messi recién nombrado Balón de Bronce que se pierde el derby por lesión, las posibilidades de los blancos de dar la campanada en el Camp Nou, estadio que históricamente no se les da nada bien, aumentan.

Sea como sea y termine como termine no será el partido del siglo. En liga, primera vuelta y con tanto aún por disputar es imposible que lo sea porque nada decide. Pero es un clásico, es el partido que paraliza a un país entero. Nervios, pasión y emoción, puro entretenimiento; lo que de verdad nos gusta del fútbol. Y no sólo a nosotros, en México lo verán con unas Coronitas o en Irlanda con unas Guinness.
4 comentarios:
Efectivamente, en Irlanda lo veremos con algunas guinness.Slainte my friend!. Recuerdos desde la esfera de Dublin. Se le echa de menos viejo amigo.
Un gran análisis del que fue un ingrato recuerdo para muchos de nosotros.
Me gusta ese donaire con el que escribes Manu. Te seguiré de aqui en adelante. ;)
Pozí, gran y acertado análisis del previo... Sobre todo lo de mosquearte e irte rajando de los mandriles y diciendoles a los knackers abuelos que tenías en el pub que vieran al mejor equipo del mondo lirondo...
JOJOJO, lo que te pierdes ahora de revancha por no estar en dirty Dublin...
En fin, nos veremos..
PS: Corona, es corona en Mexico. Coronita, only in Spain!
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