domingo, 24 de febrero de 2008

El Zaragoza no acudió a un partido que se antojaba apasionante

Luis Fabiano marcó dos más y se desmarca como máximo goleador. Diogo perdió los papeles de nuevo y acabó expulsado. Dani Alves volvió y protagonizó el ataque sevillista. Capel llama a las puertas de la Selección.

Tremendo partido. Ese era el titular con el que se tachaba el choque entre el Sevilla de Jiménez y el Zaragoza de Irureta. Y fue tremendo, pero sólo para la afición que se dio cita anoche en el templo sevillista. Pues un desdibujado Zaragoza no fue rival para la engrasada maquinaria sevillista.
El conjunto maño llegaba a tierras andaluzas enojado por el último atraco liguero hace una semana sobre la misma hora, quizá tan enojado que en ningún momento se dio cuenta que estaba en otro partido. Un duelo distinto, contra una locomotora, no contra un reloj suizo como es el conjunto culé.

Empezó el choque. Un encuentro donde se daban cita las mejores duplas goleadoras de La Liga. El Sevilla decidido a comerse a los maños, y vaya si se los comieron. A la vieja usanza, por ambas bandas, con dos puñales como Capel y Navas y el omnipresente Alves doblando a ambos, y es que este hombre aparece por doquier. Juanfran y Diogo no daban abasto, sabían que iban a sufrir en Nervión, pero no de este modo. Para postre lesión del buen central Sergio, y oportunidad para el “archiconocido” Pavón, mala tarde para coger minutos en Liga.
Y quién mejor para probar a Pavón que el Pichichi Luis Fabiano, que se incrustó entre el exmadridista y Ayala haciendo verdadero daño a la zaga maña. Así fue, en una nueva subida del lateral (recordemos) Alves, el brasileño la puso al corazón del área sabiendo que el máximo artillero la llevaría a las mallas de Cesar, aunque fuese en semifallo, era el minuto 19.

Delirio en Nervión, y ahí se acabó el partido (si lo había habido en algún momento). La debilitada moral del equipo maño por lo suelos, mientras las hordas de Jiménez avasallaban la retaguardia zaragocista. Y llegó el segundo en el minuto 24, de nuevo Luis Fabiano que ya suma 19, 29 en toda la temporada, y estamos a 23 de febrero no lo olviden. Cesar recriminaba a los suyos, pero el problema no era de la defensa. Pues ante tal “genocidio maño” Luccin era el único “no defensa” que ayudaba en tareas defensivas, con Zapater y Celades comiéndose la empanada en Móstoles, y un Sergio García incapaz de bajar a ayudar al lateral Juanfran.

Y en este tipo de “abuso futbolístico” no hay dos sin tres. Y es tal la situación del Real Zaragoza que Cesar tiene que detener también a sus centrales. La explicación es la siguiente: gran ocasión de gol para Kanouté desbaratada por Cesar, pero el meta no contaba con la presencia de Ayala, que la cuela en su propio arco en el minuto 43.

Tiempo para el descanso, un descanso que Irureta hubiera demandado en el minuto 15, pero ya se sabe que el tiempo muerto no existe en el fútbol, y qué lastima pensaran algunos técnicos. El bueno de Javo se quedó sin discurso con toda seguridad, se fue 3 a 0 en contra y lo mejor fue el resultado para los maños.

Se reanuda la contienda, parece que el equipo sevillista está más sereno, ya ha hecho la faena. Más no nos equivoquemos, siempre quieren más, hacer sangre si pueden, te pisan si estás desfallecido en el suelo. Y más mala suerte para Cesar, balón largo de Mosquera a Luis Fabiano, y cuando se dispone a fusilar al meta maño se cruza Diogo y la cuela en su propia meta en el 50. Cesar pensaría que estaba luchando contra más hombres que de costumbre, su defensa se la volvía a jugar.

Con 4 a 0 sabemos que a algunos jugadores les hierve la sangre, más si cabe si eres uruguayo y te acabas de colar un gol en tu arco. Más aún si odias al equipo que tienes enfrente, y más si tu enemigo número uno es Pichichi y todo le va de lujo. Pues Diogo no tenía otro destino que ser expulsado, estaba escrito. Y fue por una escalofriante entrada a Capel, digna de manicomio. Para la gente que ama las estadísticas ahí va una, el uruguayo ha sido expulsado en 3 de los últimos 4 partidos en los que se ha enfrentado al Sevilla ¿problema personal? Lo desconocemos, pero curioso es, sin duda.

Ya con uno menos el baile fue a más lógicamente. Un desaparecido Oliveira dejó su puesto a Chus Herrero para reforzar la medular, y Jiménez aprovecho para dar minutos a gente como Koné o De Mul. Ocasión tras ocasión, hasta que llegó el quinto. Obra de Keita en el 68 al rematar asombrosamente solo un córner botado por Alves, siempre Alves.

De aquí al final sólo quedó comparecernos de ver como un más que posible gran partido se quedó en una “orgía sevillista”. Y eso que venían cansados de Turquía. Acabó un partido donde ni Milito ni Oliveira tocaron bola, y que se hizo demasiado largo para la endeble defensa maña. Lo mejor para el Zaragoza el resultado (créanme) y la sensación de que ayer cualquier equipo hubiera salido goleado de Nervión.

Irureta tiene trabajo y se mete en problemas con 29 discretos puntos, mientras que el Sevilla ya huele la zona Champions muy de cerca, tan cerca que Atleti, Villareal y Espanyol ya tiemblan.

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