viernes, 29 de febrero de 2008

Un día en Anfield

25 de mayo de 2005, 40.000 aficionados cantando juntos el famoso “You’ll never walk alone” en el estadio turco de Atatürk y el Liverpool de Rafa Benítez protagonizando la final de Liga de Campeones más bonita que yo pueda recordar. Ese día “me hice” de los ‘reds’.

Quería introducirme entre las históricas gradas de Anfield, celebrar goles junto a los alcoholizados hooligans y emocionarme con el himno más sentimental y emotivo que conozco.


Gracias a mi novia (si no lo menciono podría matarme), uno de mis sueños como forofo del fútbol se pudo cumplir. Aprovechando una de las múltiples ofertas de Ryanair (los autobuses con alas que posibilitan a los estudiantes viajar), nos marchamos a la ciudad de Los Beatles por 50 euros cada uno.

Conseguir las entradas fue un auténtico calvario, la capacidad de Anfield es muy reducida para un equipo de primer nivel, su aforo es de tan solo 45.000 aficionados. Los ‘tickets’ salían a la venta 20 días antes del partido (aviso a navegantes) y como somos españoles, nos confiamos y llegamos tarde. Aun así el viaje estaba pagado por lo que hicimos las maletas y rezamos de camino.

El mismo día de nuestra llegada a Liverpool me acerqué hasta las taquillas del estadio. Un tipo bastante amable me informó de que quizás se pondrían a la venta unas pocas entradas a las 9:30 horas del día de partido. Nos presentamos el sábado a las 8 de la mañana para asegurarnos de ser los primeros de la cola y así fue. El vigilante no daba crédito. La suerte se puso de nuestro lado cuando a las 8:30 apareció un hombre mayor, típico inglés de piel blanca, con gafas de pasta pasadas de moda y los pómulos enrojecidos seguramente del frío. El susodicho mantuvo un pequeño diálogo con el vigilante y nos dijeron que nos acercáramos hasta ellos. Les acompañamos por una puerta continua a las taquillas y nos vendieron dos entradas disimuladamente, probablemente por pena hicieron una excepción a las rígidas normas británicas.


Por culpa de los transportes públicos ingleses nos presentamos en el estadio únicamente 15 minutos antes del pitido inicial. Las gradas ya estaban prácticamente llenas, rebosaban pasión y vitalidad allá donde miraba. El “You’ll never walk alone” me ponía los pelos de punta y los jugadores se alineaban para las fotos de rigor.

El partido empezaba mal, el equipo visitante, el Middlesbrough, se ponía por delante en el minuto 9 con un gol de Tuncay. La réplica la ponía Fernando Torres que igualaba el resultado en el minuto 28 y ponía a su equipo por delante dos minutos después, este segundo gol de soberbio tiro desde la frontal. Tras el descanso y las cervezas (con alcohol porque allí es legal), de nuevo ‘The Kid’ lograba batir al guardameta del Boro tras una salida nefasta del mismo. En el 83 el zurdo Downing engordaba la vaca para morir, anotando el 3-2 definitivo al realizar un buenísimo control orientado que le dejó solo delante del español Reina.

El ‘Niño’ de la cantera rojiblanca se consagraba con un magnífico ‘hat trick’, el primero en la Premier League. Se despedía del césped con el balón en las manos como premio al partidazo realizado y saludaba al público devolviéndoles todo el cariño y apoyo recibido. A la salida del estadio pudimos estar delante de él y comprobar la locura que ha despertado entre los seguidores y sobre todo entre las seguidoras. Cientos de chavales se agolpaban en busca de un autógrafo del joven de Fuenlabrada. También pudimos cruzar unas palabras con Arbeloa, merecedor de un premio por su buen partido y por su simpatía hacia los españoles que estábamos allí (que no éramos pocos por cierto). Un partido perfecto que superó con creces mis expectativas. Una experiencia que me acompañará de por vida.


Siento la extensión, espero no haberos aburrido. Un abrazo.

1 comentario:

Jorge MJ dijo...

Tuvo que ser grande estar ahí. Los estadios ingleses tienen una atmósfera que no acierto a describir pero que los hacen especiales respecto a otros países.

Me alegro de que disfrutases tu viaje y que además el partido saliera bien.